La obra utiliza una paleta de colores para crear un contraste entre el entorno natural y el urbano. El azul del agua y del cielo y el verde de la vegetación contrastan con los tonos claros de los edificios. La malaquita y la azurita con tetraedrita de cuarzo refuerzan los colores de la naturaleza, mientras que la concha de nácar refuerza el efecto multicolor y brillante del sol sobre el cristal de los edificios. La yuxtaposición entre naturaleza y desarrollo urbano simboliza la coexistencia o la tensión entre el mundo natural y la expansión humana. La presencia del rascacielos con la ardilla hace referencia a la cultura de Miami, que mezcla la energía tropical con la vida moderna.